Las brillantes estructuras oseas del arquitecto valenciano Santigo Calatrava no dejan a nadie indiferente. Para este megaproyecto construido entre 1991 y 2009 el presupuesto era lo de menos. Ante la pregunta si la inversión ha merecido la pena se reciben contestaciones diversas, aunque todos coinciden que ha contribuido a posicionar a Valencia como destino en el mapa turístico mundial.